El gigante británico HSBC, convertido en un gigante en Asia, pretende que el Banco de España aparte los activos tóxicos y espera implicación de los empresarios de la Comunitat
La estrategia del segundo banco más grande del mundo es aprovecharse de la reestructuración financiera que existe en España para entrar en un país en el que no tiene una red de oficinas significativa
El segundo banco más grande del mundo, el HSBC, está estudiando la compra de Banco de Valencia. La operación, que contaría con el apoyo de parte de la burguesía valenciana, supondría el levantamiento de la intervención que el Banco de España realiza de la entidad desde el pasado 21 de noviembre. Según ha podido saber LAS PROVINCIAS, el Banco de Valencia se convertiría en la puerta de entrada del gigante financiero en España. El HSBC (The Hongkong and Shanghai Banking Corporation) es la segunda empresa más grande del mundo sólo superada por JP Morgan, según se refleja en la lista Forbes. El banco británico se ha convertido en un gigante en Asia. Su sede se trasladó desde Hong Kong a Londres en 1991 y el lema que utiliza en los 87 países del mundo en los que opera es «el banco local del mundo».
La financiación de esta operación está avanzada aunque aún falta por determinar qué peso adquirirán las actuales familias valencianas que tienen parte del accionariado así como la aportación que realizarán nuevas familias de empresarios con gran peso en la Comunitat en los últimos años. Sea cual sea la aportación que finalmente desembolse la burguesía valenciana, el gigante bancario ha mostrado ya su interés de controlar y apoyar a Banco de Valencia. Según explican a este periódico, el HSBC estaría dispuesto a ceder la presidencia de Banco de Valencia al empresario que demostrara su implicación con el territorio.
La operación tiene, sin embargo, un gran escollo. El HSBC no quiere adquirir los activos tóxicos de Banco de Valencia y para ello necesitaría la ayuda del Banco de España. Las grandes líneas de la propuesta que se hará al supervisor nacional es la creación de un banco malo que aparte unos 5.000 millones de los activos que tiene actualmente la entidad.
De ese modo quedaría un Banco de Valencia de unos 18.000 millones de euros de activos que estaría únicamente centrado en el negocio bancario y ajeno completamente a la injerencia política y a los grandes proyectos inmobiliarios. La operación en la que el Sabadell ha comprado la CAM ha puesto de manifiesto que el Banco de España quiere desprenderse de las entidades financieras con problemas por lo que la idea del banco chino es tener el mismo apoyo que tuvo el Sabadell para hacerse con la CAM.
La opción que más gusta al HSBC es la creación de un banco malo con los activos tóxicos de Banco de Valencia. También se podría contemplar la creación de un Esquema de Protección de Activos (EPA) que se hiciera cargo de las pérdidas imprevistas que afloraran en la entidad.
La adquisición de Banco de Valencia por parte de HSBC sería una operación sin riesgo sistémicopara la entidad china con sede en Londres. Los menos 24.000 millones de euros de activos que tiene el pequeño bastión financiero de la Comunitat suponen un tamaño muy pequeño en comparación con los más 2.691.000 millones de dólares de activos gestionados que mueve el HSBC. Según aseguran fuentes financieras, la compra no será en ningún caso un punto en el orden del día del consejo de administración del gigante chino al considerarse una operación que, por muy mal que resultara, no puede hacer tambalear al HSBC.
La estrategia del segundo banco más grande del mundo es aprovecharse de la reestructuración financiera que existe en España para entrar en un país en el que no tiene una red de oficinas significativa. Actualmente posee tres oficinas en España, una de ellas en la sexta planta del número 19 de la calle Colón de Valencia.
La marca «Banco de Valencia» se mantendría para recuperar el negocio bancario que ha caracterizado la entidad en sus más de 100 años de historia. Pese a que la entidad valenciana sería independiente en la gestión, el HSBC sería su mecenas en los mercados internacionales. Se consolidarían las cuentas de Banco de Valencia pero se le exigiría que cumpliera a rajatabla y con holgura los requisitos mínimos de capital y solvencia que exigieran tanto las normas españolas como europeas.